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INTERCULTURALIDAD EN MEDIOS



¿Varios idiomas en un medio no equivalen a interculturalidad? depende

Franz G. Laime Pérez[1]

Este trabajo está inspirado en un programa de televisión llamado Refundación que fue difundido el mes de junio de 2009 por Canal 7, dirigido por Claudia Benavente, quien señalaba que el hecho de tener varios idiomas en un medio de comunicación no significaba practicar la interculturalidad. Depende, personalmente relativizaría esa afirmación.

La práctica de la interculturalidad en los medios en general, para ser tal,  no necesariamente tiene que cumplirse al pie de la letra, la interculturalidad contiene muchos elementos que lo componen para manifestarse, entre ellos: “los usos y costumbres, saberes y conocimientos, ciencia y tecnología, y -por supuesto- lengua e idioma” (CEA 2003), por el carácter integral de la vida es muy difícil que una parte se manifieste por separado, siempre se acompaña de otros elementos, es decir la lengua no va sola como veremos más adelante. Y seguidamente, implica una serie de etapas como la intraculturalidad, la multiculturalidad y posteriormente la interculturalidad.

Una mirada histórica

Lo que actualmente refleja la gran mayoría de los medios de comunicación es producto de su pasado inmediato. Es decir, son el reflejo del estado colonial y republicano que trató de ignorar la presencia de otras culturas, de otras formas de vida, de otras concepciones, cosmovisiones y lenguas. Recordemos que quienes detentaron y heredaron el poder político-económico son los actuales dueños y grandes empresarios de medios. Por tanto, en la colonia el colonizador eligió una lengua para sus propósitos como parte de su política lingüística, por ejemplo, en la colonia la “lengua de conquista fue el español y quechua de uso obligatorio para la población indígena conquistada y por conquistar” (Llanque 1990: 21)[2], en el estado republicano el español prevaleció y fue implementado a raja tabla por todos los mecanismos estatales posibles, entre ellos, las instituciones del estado y la educación, al que directamente apoyaron los medios de comunicación con sus contenidos alienantes y enajenantes. Reitero que la lengua no viene sola, con ella viene una implícita composición gramatical y semántica propia. Se debe anotar que la intención de tener una cultura homogénea estaba ligada a una forma de vida eurocéntrica (Dussel 1992), que tenía una percepción del desarrollo monocultural, donde lo diverso representaba y aún representa un obstáculo para sus fines, según sus filósofos. La realidad histórica vivida presenta numerosos casos de comunidades lingüístico-culturales en vías de desaparición, que Bonfil Batalla (1987: 51) lo interpreta como “casos dramáticos de pueblos en riesgo de extinción, asediados por la acción secular de las fuerzas etnocidas”, encubiertas por los gobiernos de turno que no comprendieron ni respetaron al otro.

Conviene realizar una mirada al pasado de los medios en Bolivia, recordemos que en la historia del desarrollo de los medios impresos, radiales y televisivos, en esta parte del continente, prevaleció el idioma español muy a pesar de las poblaciones originarias que también tenían sus propios idiomas. No debemos olvidar que los primeros medios que incorporaron las lenguas originarias fueron las radios, según el maestro Jaime Reyes Velásquez (1990: 18) las primeras radios aymaras en La Paz desde 1950, que emitieron en idiomas originarios, son “Agustín Aspiazu, La Cruz de Sur, siguiendo más tarde radio Altiplano. Esta emisora, emitió en 1957, por primera vez, un 'radioteatro' en Aymara”. Entre las primeras radioemisoras que llegaron al área rural con mayor porcentaje de programación en Aymara, estuvieron; radio Méndez,  San Gabriel y más adelante en 1959 Pío XII en Quechua. En muchos casos los programas en lenguas originarias se emitían en la madrugada, “mientras el patrón dormía, desde las 4 hasta las 7 de mañana” según Fermín Pacosillo (Ex – Presidente de la Asociación Provincial de Radios Comunitarias APRAC-BOLIVIA). 

Respecto a medios escritos, se puede afirmar que el primer periódico escrito en lenguas nativas fue publicado en 1982, su nombre “Jayma”, que inicialmente fue bilingüe en Aymara-Español y luego trilingüe, es decir, en Aymara-Quechua-Español. Posteriormente durante la década de 1990 “Jumampi Jayma” escrito en lengua Aymara, publicado junto al matutino católico Presencia. Ya en la década de 2000 salió a la luz “Kimsa Pacha” escrito en Aymara, Quechua, Guaraní y otras lenguas amazónicas, publicado junto al periódico La Prensa. Este último con apoyo de la cooperación internacional y monitoreado por los Consejos Educativos de los Pueblos Originarios (CEPO’s).

En televisión la presencia de lenguas originarias, desde un punto de vista personal, tiene sus antecedentes en Radio Televisión Popular más conocido como RTP canal 4, desde finales de la década de 1980, con su famosa Tribuna Libre del Pueblo. Antes hubo algunos intentos de desarrollar programas de entretenimiento en el canal estatal y algunas privadas durante esta década. Pero en la década de 1990, luego del éxito de RTP aparecieron productores de programas televisivos en lenguas originarias, pero considero que desde el año 2000 en Bolivia se produjo el “boom” de los programas en lenguas originarias en la televisión y más aún a partir del año 2003 que además de representar la mayor rebelión impulsada por el pueblo alteño[3] en esta década, también significó la recuperación y revitalización de la identidad con mucha fuerza y por supuesto que los programas se multiplicaron rápidamente en los canales, a excepción de algunos que pertenecen a grupos oligárquicos.

El hecho de trabajar por una comunicación horizontal (Beltrán 2000), en el que conjuguen e interactúen varios idiomas con sus propias lógicas de vida, tuvo un largo proceso con sus particularidades como se pudo advertir. Según Ronald Grebe (Ex Director de la carrera de Comunicación Social - UCB) en Bolivia existen aproximadamente 130 canales de televisión, 600 radios en todo el país y 30 periódicos, cabe preguntarse ¿cuántos medios son bilingües o trilingües? ¿Cuántos de ellos responde a un país beneficiado por la diversidad? ¿Cuántos de ellos producen programas en función de las lenguas originarias que prevalecen en sus regiones? (ALER 1996) ¿Cuántos de ellos respetan el contexto inmediato en que se desenvuelven?  ¿Cuántos periodistas que trabajan con una mirada intercultural existen?  Exceptuando a las Radios Comunitarias[4] y las emisoras de los Pueblos Originarios[5], seguro pocos.

Para muestra de lo que afirmamos en el anterior párrafo, algunos periodistas se olvidaron de ponerse en los zapatos del otro, del interlocutor. Vi un programa en Cadena A en el que se debatía el caso de los campesinos de Huat’ajata y la toma de un chalet propiedad de un indígena político acusado de traición a su pueblo. En este programa el periodista se asemejaba al abogado defensor del supuesto afectado e increpaba con mucha saña en su lengua hegemónica dominante (castellano) al dirigente indígena que tenía muy poca competencia lingüística en el castellano. Si bien el aymara es bilingüe la competencia lingüística en porcentaje no es la misma para las lenguas que uno sabe, el hombre trataba de explicar escasamente en el poco español que hablaba, mientras el otro muy ferozmente atropellaba, de rato en rato, en su idioma al hermano indígena con preguntas en su castellano técnico de palabras rebuscadas. Y me puse a meditar si ese dirigente indígena le respondía en aymara, y si también le formulaba preguntas al periodista en aymara, seguro se hubieran desnudado las debilidades de ese periodista. Me imagino el rostro de incertidumbre que hubiera puesto el periodista ante la incapacidad de hablar siquiera unas palabras en aymara, seguro se hubiera producido un silencio sepulcral o directamente hubiera mandado a pausa publicitaria para no seguir quedando en ridículo por su total desconocimiento del idioma del otro, con quien supuestamente quiere interactuar. Ese periodista, seguro debe dominar otras lenguas, debe hablar también el inglés, pero que a la hora de la verdad no le sirven mucho para el contexto y las personas con las que tiene que tratar para desempeñar su trabajo diariamente, por ello se hace necesario conocer al otro, no solo sus costumbres sino también su idioma. Muchos periodistas de varios medios aún se encuentran en esta lamentable desventaja, no tienen competencia lingüística en idiomas originarios, no saben la lengua originaria predominante en sus regiones o lugares de trabajo.  En esas condiciones se hace difícil construir un diálogo intercultural sostenido por sujetos libres y con iguales derechos.

Pero también es importante que para ejercer la labor periodística intercultural se hace indispensable trabajar un aspecto clave como es la intraculturalidad. Recapitulemos que La negación del otro en los medios es la negación de uno mismo.

La intraculturalidad previo a la interculturalidad

La intraculturalidad es vista como un proceso de auto reconocimiento antes de ir al encuentro con el interlocutor, para entender al otro, para conocer al otro pueblo-cultura primero hay que saber lo nuestro, lo propio. Entonces, para los periodistas descendientes de pueblos originarios, solo teniendo suficiente base de nuestros conocimientos aymaras, quechuas, guaraníes, etc. podremos entender el pensamiento occidental, y viceversa. Entonces, se producirá un empate igual a horizontalidad, entonces recién podremos hablar de una plena práctica de interculturalidad, antes no es posible. “Se debe reconocer que muchos pueblos  debemos seguir trabajando y luchando por la revilitalización cultural a través de la radio, la televisión, la prensa escrita, y hay que seguir sacándonos esta vergüenza de nuestras propias culturas y orígenes, de hablar el idioma, de avergonzarnos de nuestros apellidos, etc. que nos dejó la colonia y el estado republicano” (Laime 2009: 106). Lo que algunos autores denominan trabajar por la intraculturalidad como un proceso previo a la interculturalidad puesto que una multiculturalidad, entendida como la presencia de varias culturas en un mismo espacio territorial, ya la estamos viviendo.

 

En algunas experiencias de diálogo intercultural se advierte claramente el respeto mutuo, la igualdad de condiciones de los intervinientes en el intercambio, en los espacios radiales ello ha empezado a fluir espontáneamente sin necesidad de señalarlo como interculturalidad. Por ejemplo en un diálogo que sostenían dos personas en una radiorevista difundida por una emisora aymara alteña, se encontraron un médico salido de universidad que era monolingüe castellano y una médico natural o tradicional que era bilingüe aymara-castellano, por su puesto cada quien hablaba en el idioma de mayor dominio. La discusión giraba en torno a los remedios para aliviar el dolor de estomago. Mientras el médico alópata u occidental hablaba de sus pastillas, la señora experta en medicina natural recetaba unas plantas. A lo que el doctor no tuvo más remedio que validar los consejos de la señora y las plantas a las que había hecho referencia, señalando que efectivamente para la fabricación de las pastillas para el dolor de estómago se usaban como materia prima fundamental precisamente esas plantas (Laime 2005). En este diálogo, cada quien hablaba en su lengua y al emitir un mensaje no solo estaba hablando en su lengua, sino que sus palabras respondían a todo un cúmulo de saberes, propios de cada cultura, incluso la gramática y sintaxis[6] de cada lengua contenían una configuración distinta una de la otra. 

 

Si recordamos que la interculturalidad es diálogo de saberes y conocimientos, usos y costumbres, ciencia y tecnología, lengua e idioma (CEA 2003), podemos afirmar que en este ejemplo hubo un intercambio de saberes, conocimientos e idioma respecto a la medicina tradicional/natural frente a la alopática o científica y por ende interculturalidad en una acción sencilla que se generó en el espacio radial que fungió como mediadora, como un excelente instrumento difusor de estas relaciones en este caso.

 

A esta experiencia sumemos el valor que adquiere un periodista que conoce la realidad de sus oyentes, que habla su idioma, o por lo menos hace el intento honesto por comprender, que convive con ellos, que visita sus realidades de vida, y por tanto, no se equivocará en su accionar en el medio de comunicación. Todo ello podría convertirse en una ventaja comparativa para este periodista a diferencia de los demás que se mantienen en el monolingüismo (que solo hablan español), o bilingüismo (que solo hablan español e inglés) y la monoculturalidad (que no se atreven a descubrir otras culturas y solo reconocen la propia como única).  Todo ello puede favorecer el trabajo con  enfoque intercultural que la población del siglo XXI, en su mayoría, valora ampliamente.

 

En ese sentido, considerando la intraculturalidad, la interculturalidad desde la práctica, la labor de radialistas con conocimiento de la realidad de sus oyentes, nos señalan que la interculturalidad rebasa lo étnico, pues interpela a toda la sociedad en su conjunto: “implica la interrelación, la interacción dialógica de diversos y diferentes actores societales, representados por etnias, clases, géneros, regiones, comunidades, generaciones, etc. con distintas representaciones y universos simbólicos”(Dibbits 2002: 24).

 

En la actualidad

Estamos frente a un desafío donde se hace presente el “imperativo cultural” (Panikkar 1993: 413) que se ve desarrollado a través de un pluralismo de culturas, respetadas ahora por el solo hecho de ser diferentes. Es un regocijo escuchar medios en los sus informativos realizados en lenguas indígenas, se complementan armónicamente, me refiero a la Red Patria Nueva y su noticiero nocturno en aymara, quechua y guaraní, otro, la Red Aymara, Guaraní, Quechua y Amazónica de Erbol, los programas realizados por radio Pacha Qamasa y San Gabriel en El Alto, Pío XII en Potosí, entre otros. Y la pregunta inevitable que se me viene a la mente es ¿Cuál es la razón para que algunos medios que dizque respetan la libertad de expresión, no hayan incorporado ni siquiera una sola lengua originaria en sus programaciones (TV, Radio y periódico) para que la diversidad lingüística de país se exprese? Insisto en que “el diálogo intercultural nos parece ser hoy la alternativa histórica para emprender la transformación de los modos de pensar vigentes” según Raúl Fornet (1994),  un diálogo que debe construirse día a día en las acciones y discursos cotidianos. Se pide, en efecto, “renunciar a toda visión unilateral, a toda unicidad de conciencia y a todo modelo unitario para el mundo y para el hombre” (Panikkar 1993: 419).

Considero que la predisposición de ser interculturales, como una acción de estar en interrelación e intercambio, nace más de los pueblos y naciones originarias antes que de quienes tienen como lengua materna el español, puesto que los indígenas son los primeros en aprender a comunicarse en el castellano con la cultura urbana, es mas quienes permanecen en las ciudades adoptaron este idioma para convivir en este contexto ajeno y propio a la vez. Si realizáramos una mirada a los periodistas hablantes castellanos, seguro que en la gran mayoría no encontraríamos la misma respuesta en los habitantes y menos en los periodistas, situación de la que posiblemente la mayoría seamos producto de las circunstancias vividas en el pasado. Espacios urbanos en que la práctica de intento de comunicacional intercultural en los medios no aparece claramente a excepción de algunos que anotamos líneas arriba.

El mexicano Guillermo Bonfil Batalla (1987: 237-238) señala que “el problema de base que debe merecer nuestra atención prioritaria es: cómo crear las condiciones para la liberación de las culturas oprimidas, requisito indispensable para que quienes participan de ellas puedan participar también en condiciones de igualdad, pero sin renunciar a su diferencia, en el diseño y construcción de la nueva sociedad”, una sociedad intercultural con construcción mutua de un respeto duradero y sostenible en el tiempo-espacio, por lo visto, y las características de algunas experiencias desarrolladas en algunos medios, puede estar generándose la interculturalidad anhelada. Para concluir conviene preguntarse si ¿Varios idiomas en un medio no equivalen a interculturalidad? Depende, pero depende de quienes se encuentran al frente de los medios como periodistas y luego de nuestra sociedad y sus gobernantes.

BIBLIOGRAFIA

ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica)

1996      Un nuevo horizonte teórico para la radio popular en América Latina. Quito: ALER.

 

Beltrán, Luís Ramiro

2000      Investigación sobre comunicación en Latinoamérica: inicio, trascendencia y proyección.

               La Paz: Plural-UCB.

 

Beltrán, Luís Ramiro

2005      La Comunicación para el desarrollo en Latinoamérica: un recuentro de medio siglo. Documento presentado al III Congreso Panamericano de la Comunicación. Panel 3: Problemática de la comunicación  para el Desarrollo  en el contexto de la Sociedad de la Información. Carrera de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Julio 12-16 Buenos Aires Argentina. Documento.

 

Bonfil, Guillermo

1987      México Profundo. Una civilización negada. México: …

 

Dibbits Ineke y Marisma De Boer

2002   Encuentros con la propia historia: interculturalidad y trato humano desde las perspectivas

de un equipo de salud. La Paz: TAHIPAMU-GARZA AZUL.

 

CEA (Consejo Educativo Aymara)

2003      Cartilla de Capacitación Nro. 1. El Alto, La Paz-Bolivia: 2003.

 

Dussel, Enrique

1992      1492: El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad. Madrid: Nueva Utopía.

 

Fornet-Betancourt, Raúl

1994      Hacia una filosofía intercultural latinoamericana. Costa Rica: DEI

 

Llanque, Domingo

1990      La cultura Aymara: destrucción o afirmación de identidad. Puno-Perú: Idea-Tarea. Julio.

 

Laime, Franz

2005      Los reporteros populares de Radio Illimani. La Paz: UCB.

 

Laime, Franz

2009      Radioescuela: estudio de la radiodifusión boliviana aymara en el fortalecimiento del pueblo Aymara más allá de las fronteras (Puno, Arica y El Alto). Cochabamba: UMSS.

 

Layme, Félix

2002      Manual de Gramática Aymara; para maestros de educación Intercultural Bilingüe. La Paz-Bolivia: UNICEF.

 

Mamani, Julio

2006      Memorias de dignidad y masacre. El Alto: CEADL (Centro de Estudios y Apoyo al Desarrollo Local)-APA (Agencia de Prensa Alteña).

 

Panikkar, Raimon

1993      La nueva conciencia. Navarra: Verbo Divino.

 

Reyes, Jaime.

1990      La radiodifusión en Bolivia. La Paz: Educación Radiofónica de Bolivia.

 

 

 



[1] Franz G. Laime Pérez es Comunicador Social, Docente de la Universidad Pública de El Alto y Asesor General de la Asociación Provincial de Radios Comunitarias APRAC-BOLIVIA. franzlaime@bolivia.com www.jayma.es.tl cel. 70561942.

[2] Complementariamente a lo señalado, Domingo Llanque Chana afirma: “…los inkas siempre aceptaron como una tradición sagrada, según Garcilazo, que el origen de la nobleza incaica está en la Isla del Sol, que está en la zona aymara y que los reyes inkas hablaban un idioma distinto al de los quechuas. Otros cronistas afirman que era el aymara la lengua del culto y de la nobleza” (Llanque 1990: 21).

 

[3] La Guerra del Gas fue un evento desarrollado en el Departamento de La Paz, con su epicentro en la ciudad de El Alto durante el mes de octubre de 2003. El gobierno precedido por Gonzalo Sánchez de Losada pretendió exportar gas por Chile sin aprobación de la población. En medio de este funesto acontecimiento los habitantes de El Alto se levantaron en una manifestación nunca antes vista. Los medios radiales, principalmente como Pacha Qamasa y Radio San Gabriel jugaron un rol determinante como voceros de esta ciudad autodenominada ciudad de Túpac Katari. Los habitantes alteños procedieron cercando todos los accesos a la ciudad de La Paz, abriendo zanjas en las calles de El Alto para evitar la circulación de vehículos, entre otros. En medio de estas manifestaciones  el gobierno de Sánchez de Losada tomo el erróneo camino de desbloquear por la fuerza utilizando para ello a los militares, producto de esta masacre murieron cerca 100 personas y resultaron heridas más de 400 personas. Finalmente Sánchez de Losada tuvo que renunciar y abandonar la sede de Gobierno en helicóptero prestado que el Gobierno de Perú facilitó según Julio Mamani (2006).

[4] Radios comunitarias.- Son emisoras radiales amparadas en el Decreto Supremo 24179, no pagan uso de frecuencia radioeléctrica, ni impuestos, su licitación es directa (sujeta solamente a espacio disponible en la región solicitada) así como se trata de iniciativas individuales (de comunarios) con el respaldo de la población y autoridades originarias.

[5] Radios de los pueblo Originarios.- Tienen una figura legal similar a la de las radios comunitarias, más no son beneficiarias del Decreto, es de propiedad colectiva y financiada por el estado boliviano con cooperación del gobierno Bolivariano de Venezuela.

[6] En el español se habla de Sujeto Verbo Objeto, por Ej: Edith vamos a la cancha. En cambio en Aymara, según el lingüista Félix Layme (2002),  la composición es otra, por tanto, siguiendo nuestro ejemplo la redacción estaría basada en Sujeto Objeto Verbo Ej: Edith a la cancha vamos/Edith cancharu sarañani. En ambos casos la escritura es correcta.

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